QUERIDOS AMIGOS:
Concretamos hoy el décimo noveno homenaje a las Víctimas del Terrorismo en esta histórica plaza. Y a pesar de todos los golpes recibidos, seguimos trabajando como el primer el día, concientes de que más tarde o más temprano, la justicia de nuestra causa se terminará imponiendo. Aunque muchas veces nos venza la impaciencia. Porque cada día sentimos más de cerca el veneno de la venganza, con intachables familias destruidas por el revanchismo montonero.
Y todas estas injusticias tienen su origen en esa visión distorsionada del pasado que nos presenta la nueva historia oficial. Por eso es tan importante que cada martes nos congreguemos en este lugar para rescatar del olvido algunos pasajes de nuestra historia que ayuden a comprender en forma integral lo sucedido en la trágica década del 70.
El día 18 de agosto de 1975, el capitán del Ejército Argentino Miguel Alberto Keller encontraba la muerte en una emboscada tendida por terroristas del Ejército Revolucionario del Pueblo. El joven oficial, de 38 años de edad y padre de tres hijos, se dirigía a las instalaciones de Tiro Federal Argentino para efectuar una comprobación rutinaria de armamento. Con el apoyo de un soldado entregador y un terrorista disfrazado de teniente coronel, el grupo guerrillero consiguió apoderarse de 70 Fusiles FAL, 4 Fusiles FAP y más de 20 pistolas.
Al día siguiente, el día 19 de agosto de aquel fatídico año, moría asesinado el Teniente Coronel Argentino del Valle Larrabure, después de 374 días de cautiverio en una Cárcel del Pueblo, donde fuera reiteradamente torturado para conseguir su apoyo a la causa terrorista. Todo había comenzado el día 10 de agosto del año 1974, cuando aproximadamente 60 terroristas del ERP tomaron por asalto la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María con el objeto de robar armamento para continuar su camino de destrucción y muerte. Bueno resulta recordar que el secuestro, la tortura y el asesinato, como parte de la política sistemática y generalizada de una organización, también constituyen Crímenes de Lesa Humanidad... a pesar de lo que diga el actual Procurador General de la Nación, Esteban Righi, que sigue comprometido con la impunidad de los terroristas. En el 73 concediéndoles la libertad, en el presente, instrumentando a la justicia para evitar que sean llevados a juicio.
Pero no sólo militares caían en esta guerra desatada por el odio extremista. El 5 de agosto del año 1974, moría asesinado Martín Salas, un joven de 24 años de edad que trabajaba como vendedor de entradas en un cine de la localidad de La Plata. Fue asesinado en su lugar de trabajo por dos jóvenes montoneros que le dispararon a quemarropa con una escopeta. El joven era miembro de una agrupación peronista de signo contrario a la Tendencia Revolucionaria. Por eso, los nuevos iluminados tenían derecho a quitarle la vida.
El 7 de agosto del año 1975, Adolfo Di Batista también caía asesinado. Era un simple empleado del Canal 5 de Rosario y fue ejecutado por un comando montonero, en momentos en que se dirigía a su lugar de trabajo. Su pecado fue el ser un dirigente gremial de signo político contrario al izquierdismo montonero.
El 19 de agosto de 1976, el señor Carlos Bergometti también moría asesinado por otro comando montonero. No era miembro de las fuerzas armadas, ni de seguridad. Su pecado sería pertenecer a la oligarquía tan odiada, por cuanto se desempeñaba como un alto ejecutivo de la firma Fiat Concord en la ciudad de Córdoba. En el momento de su muerte tenía 38 años de edad, estaba casado y era padre de dos hijos.
Dejamos para el final uno de los episodios más dolorosos, que pintan acabadamente la brutalidad de los jóvenes idealistas de la década del 70. El 1ro de agosto del año 1978, en horas de la madrugada, una poderosa carga explosiva estallaba en el popular Barrio Norte de la Ciudad de Buenos Aires. El objetivo era el Almirante Lambruschini. La carga fue colocada por los montoneros en un departamento lindante con el blanco seleccionado. El atentado terminó finalmente con la vida de la joven Paula Lambruschini, de tan solo 15 años de edad, y de dos vecinos de la zona... Margarita Obarrio de Vila y Ricardo Álvarez, que nada tenían que ver con el conflicto desatado en nuestra patria.
Todas estas víctimas continúan reclamando por la verdad, la justicia y la reparación. El pueblo argentino está en deuda con ellas y es nuestra responsabilidad trabajar incansablemente porque algún día se termine con la impunidad... para que sus restos descansen en paz.
Muchas Gracias
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