domingo, 31 de marzo de 2013

sábado, 30 de marzo de 2013

CARLOTTO


La señora de Carlotto expresó que "los desaparecidos defendieron (la patria) a su manera, con errores, virtudes y defectos". Y añadió: "Sabemos lo que hicieron y cómo lo hicieron". Entonces debe saber que muchos de ellos ponían bombas, secuestraban, asesinaban niños, jueces, profesores, empresarios, sindicalistas, miembros de las fuerzas armadas y de seguridad. Asimismo, difundían estos actos patrióticos a través de sus revistas, como Estrella Roja y Evita Montonera. Carlotto hizo una reivindicación de la lucha armada, considerando que "esa violencia es la que tuvieron San Martín y los héroes cuando defendieron la patria". Cuando asesinaron a José Ignacio Rucci, ¿aquellos jóvenes también estaban compenetrados del espíritu sanmartiniano? Imagino que recordará además que esa lucha se agudizó durante el último gobierno constitucional del general Perón. Reivindicar la lucha armada por parte de quien preside un organismo de derechos humanos es paradójico. ¿Cuál es exactamente el mensaje que se quiere transmitir a las generaciones más jóvenes?
Señora, nosotros, las víctimas de los "psicópatas" y de los "mercenarios" (como los llamó el entonces presidente Juan D. Perón) no estamos alimentados por el odio. La violencia política de los 70 es un hecho doloroso de nuestro pasado reciente que no debe seguir deteniendo el presente y el futuro de los argentinos. Desde hace pocos días, vivimos una nueva etapa histórica. Hacemos un llamado a la clase dirigente, a fin de terminar con los odios y construir la concordia desde hoy.
Silvia Ibarzábal

sábado, 16 de marzo de 2013

lunes, 11 de marzo de 2013

En Defensa de Cecilia Pando


Sección: Nota de portada
Por Nicolás Márquez (*)
La Justicia Argentina, que al parecer no tiene muchos hechos de corrupción para investigar, acaba de protagonizar un episodio pantagruélico por un lado y repugnante por el otro, al condenar a la dirigente Cecilia Pando a 5 meses de prisión al ser acusada de “pintar con aerosol” por encima de determinados “pañuelos” representativos de la organización que dirige la empresaria de bienes raíces Hebe de Bonafini, dibujados en un sector de la plaza de Mayo.
Va de suyo que no hay antecedente en la jurisprudencia de tamaña condena por un episodio de esas características.
Para “investigar” el “delito” que se le atribuyó a Pando, la fiscalía y el Juez dispusieron no sólo de su tiempo y del dinero de los contribuyentes durante cuatro años (la causa se inicia en el 2009), sino que al efecto se designaron peritajes para confirmar la “autoría” de la pintada callejera, que no era otra cosa más que un logo que recordaba a las víctimas del terrorismo en la Argentina, cuyo símbolo fue colocado en zona cercana a los citados logotipos de las Madres de Plaza de Mayo pero sin taparlos.
Cecilia Pando (cuyo marido el Mayor Pedro Mercado fue expulsado del Ejército con motivo y ocasión de una histórica carta de lectores que su mujer publicara en el diario La Nación), ha sido una vez más víctima de la evidente falta de libertad de expresión que prevalece en la destartalada y envilecida Argentina kirchnerista.
“El Pañuelo no se mancha” rezaban los carteles de los activistas rentados que fueron al juzgado a presionar a los obedientes funcionarios en cuestión para que se imponga la condena. Pero quien en verdad ha manchado los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo no fue Pando y su “peligrosísimo” aerosol, sino las mismísimas “Madres” al guardar armas de las FARC en su pretendida “universidad popular”, extorsionar a los jueces de la Corte Suprema de Justicia, reivindicar insistentemente a toda forma de terrorismo local o trasnacional y hacer negociados bochornosos y multimillonarios con el Estado.
Pero hay cosas más graves que la condena impuesta. Ningún dirigente de la “oposición” se solidarizó con Pando no ya con sus ideas políticas, sino con el vejamen del que ella acaba de ser objeto por el aparato represivo del Estado a través de esta renovada pantomima judicial.
La realidad es que Pando no fue condenada por su “injuriante” graffiti sino lisa y llanamente por delito de opinión. En efecto, desde todos los diarios (especialmente “opositores”), cada vez que se refieren a ella le agregan la cucarda de haber “reivindicado la dictadura militar” (en alusión al Proceso de Reorganización Nacional que duró siete años), etiqueta que jamás le endilgan esos mismos medios a Hebe de Bonafini, quien reivindica la dictadura militar de los hermanos Castro en Cuba (que lleva 54 años de ejercicio), país que le efectuó numerosos atentados terroristas a la Argentina a través de la conexión local de ERP y Montoneros, capacitando militarmente guerrilleros argentinos en La Habana entre los cuales estaban, fusil FAL en mano, los hijos de la inefable Bonafini.
En lo personal no recuerdo que Cecilia Pando haya alguna vez reivindicado “la última dictadura militar” (de la cual Alicia Kirchner y el juez Eugenio Zafaroni fueron solícitos funcionarios –igual que ahora-), pero de ser así, es evidente que Pando piensa de esa manera porque cuando era  muy niña, leía con sumo interés las columnas procesistas que a la sazón publicaban Jacobo y Héctor Timerman desde los diarios La Opinión yLa Tarde respectivamente.
Pero al triste e indignante espectáculo en cuestión, hay que sumar que el mismísimo día en que se dio a conocer la condena penal a Pando, el parricida Sergio Shocklender salía en libertad en el marco de la causa que investiga el impúdico mercadeo popularmente conocido como “Sueños Compartidos” (que involucra a las Madres de Plaza de Mayo), en el cual el asesino al que “las Madres” le confiaron tantas responsabilidades legales y económicas, acaba de declarar que la presidente de Madres de Plaza de Mayo no sólo es responsable del delito investigado por el impresentable Juez kirchnerista Norberto Oyarbide, sino que esta última se ha enriquecido tras el singular emprendimiento inmobiliario.
¿No le dio algo de vergüenza al Juez Guillermo Morrosi al condenar a Cecilia Pando? ¿No se siente algo indigno al perseguir a una maestra de clase media baja, madre de siete hijos, por el mero hecho de disentir con el régimen? ¿No se ruboriza ni un poco el magistrado al tener que ejercer el “derecho” con semejante nivel de obsecuencia y servilismo político? ¿Acaso temía el funcionario no ser beneficiado en los próximos ascensos burocráticos de su Jurisdicción si no hacía lugar a la absurda denuncia?.
Desde estas líneas, no podemos hacer menos que solidarizarnos totalmente con la persona ultrajada y perseguida por los alcahuetes y beneficiarios de un régimen cada vez más desacreditado y despreciado por la opinión pública que se autoabastece.
La Prensa Popular | Edición 181 | Lunes 11 de Marzo de 2013
(*) Twitter: @nickymarquez1
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MANACHAS


Atónita escuché la sentencia a la Sra. M. Cecilia Pando cuando se la condena a 5 meses de prisión en suspenso, mientras esa misma justicia pone en libertad a Shoklender y absuelve al juez Oyarbide. Se miente al decir que la Sra Pando pintó sobre los pañuelos de las Madres. Ellas solas los mancharon con los oscuros negocios de "Sueños Compartidos". ¿Porqué la justicia contravencional no toma medidas con Hebe de Bonafini cuando utilizó la Catedral Metropolitana como retrete? ¿En manos de qué jueces estamos los argentinos, que tienen doble moral para juzgar los hechos según la ideología? ¿Para qué el gobierno quiere democratizar la justicia si hoy la maneja a su antojo?
María Ines Hansen
Lines_hansen@hotmail.com
DNI 13.550.705

domingo, 10 de marzo de 2013

Carta publicad en el diario "La Nación "


Señor Director
Diversos medios están informando que fui condenada a cinco meses de prisión y 30 horas semanales de trabajo comunitario por haber realizado pintadas sobre los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo.  Lo único cierto de eso fue la pena impuesta, pero jamás toqué los pañuelos pintados por las madres. Simplemente, me limité a pintar, en un lugar próximo, pero a suficiente distancia, un logo recordatorio de las víctimas del terrorismo de los 70.
La condena impuesta atenta contra la libertad de expresión y la igualdad ante la ley, porque el mismo derecho tenemos a expresarnos quienes reclamamos memoria para las víctimas del terrorismo, que las madres que en su oportunidad pintaron los pañuelos. Cualquier disposición en contrario resulta inconstitucional.
Hoy, que los medios no oficialistas son discriminados por el gobierno, quisiera reclamar también solidaridad para otras formas de expresión que no se manifiestan necesariamente por los medios pero que resultan discriminadas por no adherir al relato oficial.
En una ciudad en la que innumerables edificios y monumentos han sido pintarrajeados y dañados a la vista de todos, en muchos casos con leyendas obscenas, por parte de grupos e individuos de diversa procedencia, sin que se haya sabido de una sola condena por tal causa, resulta evidente que el tribunal obró por motivaciones políticas o por temor, en forma injusta y discriminatoria, ya que la equidad es condición indispensable de cualquier administración de justicia sana.
Desafío a los jueces a que digan qué otras condenas han sido aplicadas en los últimos diez años por motivos similares.
Frente al tribunal, ejerciendo una presión manifiesta, se plantó durante el juicio el secretario de Derechos Humanos de la Legislatura, con una camiseta que contenía una leyenda alusiva a los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo. ¿Eso no es una presión de un poder sobre otro?
Envío esta carta porque la difusión de un hecho que no cometí: el daño a los pañuelos de las madres, contribuye a la impunidad moral de sentencias inicuas como la que acaba de dictarse y a la discriminación que practica el gobierno contra diversas formas de libertad de expresión.
María Cecilia Pando

viernes, 8 de marzo de 2013

RAMOS GENERALES: Condenaron a Cecilia Pando...

RAMOS GENERALES: Condenaron a Cecilia Pando...: Una mujer menuda está en el banquillo de los acusados. Está nerviosa. Hace muchos años, en 2009, un funcionario de derechos humanos de la ... http://kbimages.blogspot.com/url-code.jpg