martes, 29 de septiembre de 2009

CRÓNICA DE LA ESPOSA DE UN SOLDADO DE COLOMBIA

Por Thania Vega de Plazas *

Domingo 27 de septiembre de 2009. Medio día. Salgo de un ascensor del Hospital Militar de Bogotá y encuentro en la pared un letrero que dice: “Heridos en combate”. Jamás pensé que mi esposo, el coronel Luis Alfonso Plazas Vega, 17 años después de haberse retirado del Ejército, iba a estar en este pabellón. La verdad es que este es otro tipo de combate, diferente a los que él libró estando activo. Este es un nuevo tipo de combate que está siendo muy fructífero para los enemigos de Colombia: ¡el combate jurídico!

Entro a la habitación y encuentro a mi marido profundamente dormido. Esto me hace ser más consciente de que él está realmente herido. El es un hombre hiperactivo, lleno de energía. No es normal que duerma a esa hora. Obviamente, está en un tratamiento contra la ansiedad y el pánico, y las medicinas que toma le obligan a que su mente descanse.

En el silencio de la habitación y con la mirada sobre la ciudad, siento el deseo de plasmar mis pensamientos y decido sentarme a escribir lo que está pasando por mi mente.

Cuando hace 38 años me casé con un soldado de Colombia, y a pesar de ser hija de un gran militar, no era consciente de lo que eso significaba. Es muy diferente la perspectiva de una hija y la de una esposa. Pero muy pronto me di cuenta: me había casado con un patriota. ¡Sí, un patriota! Uno de esos que estudiaba uno en el colegio en una materia que se llamaba Historia Patria que según entiendo ya no existe en los colegios de Colombia. ¡Los patriotas existen! ¡Yo me casé con uno de ellos!

Empecé a darme cuenta de qué es lo que realmente significa para un soldado de Colombia su país, su patria, cómo se preocupa por ella y como la quiere. Entendí lo que significa el juramento que hace cuando el es graduado como oficial y promete “no abandonar a nuestros jefes, superiores ni compañeros en acción de guerra, ni en ninguna otra ocasión”. O cuando reza la oración patria y dice: “Colombia, Patria mía, te llevo con amor en mi corazón, creo en tu destino y espero verte siempre grande respetada y libre”. O cuando dice: “¡Ser soldado tuyo es la mayor de mis glorias, mi ambición más grande es la de llevar el título de colombiano y llegado el caso morir por defenderte!”. Cuando dice todo eso, el soldado colombiano está absolutamente convencido de ello.

Y así lo demostró mi esposo a través de una brillante carrera militar. El es un enamorado de su vocación. Porque ser oficial del Ejército colombiano no es un empleo, es una vocación. Así como los sacerdotes dejan todo por servir a Dios, el militar deja todo para servir a su patria. Y eso lo saben todas las mujeres y esposas que tienen por compañero a un soldado de Colombia. Algunas viudas y otras con sus compañeros secuestrados desde hace más de 10 años lo saben. Otras, frente a su hogar y sus hijos, mientras sus maridos están en los lugares más recónditos de este país, luchando por la tranquilidad de los colombianos, también lo saben.

Por eso ese 6 de noviembre de 1985, cuando el grupo terrorista M-19 decide tomarse las altas Cortes para secuestrar a la justicia y juzgar a un presidente de Colombia, no sólo mi esposo, sino todos los militares que por orden presidencial fueron a rescatar a los magistrados, también iban a cumplir esa consigna de “¡llegado el caso morir por defenderte!”. De hecho algunos murieron. Fueron once los fallecidos en esos dos días, entre policías y militares. Y hubo más de 50 heridos. Yo quisiera saber, si fuera de sus familiares, alguien en Colombia recuerda a alguno de esos héroes. Ellos rescataron por lo menos a 260 personas, entre ellos a 42 magistrados. ¿De qué valió?

Mientras escribo tengo el televisor puesto sin volumen y, cuando levanto la mirada, veo en la pantalla al senador Gustavo Petro, ex guerrillero del M-19, si así se le puede llamar. El está en la Plaza de Bolívar rodeado de seguidores, participando como precandidato presidencial para las elecciones de 2010. ¡Cómo me duele el alma, cómo me duele el corazón, cómo me duele la injusticia! ¡Cómo me duele la inversión de valores! ¡Cómo me duele la ingratitud de un país! ¡Y cómo me duele la indolencia de la gente! Llevamos dos años de amargura desde cuando mi esposo fue detenido injustamente y sin pruebas, sólo por ser considerado “persona peligrosa para la comunidad” por una fiscal que no tenía ni la menor idea de lo que es una operación militar, como la del 6 y 7 de noviembre de 1985 en el Palacio de Justicia, realizada para enfrentar un asalto terrorista. Esa fiscal estima que lo que allí hubo ese día fue una “retención de algunos magistrados”.

Mientras tanto, el señor que aparece en la pantalla, por sentencia del 15 de mayo de 1992, fue condenado por una juez sin rostro por los delitos de rebelión, terrorismo, secuestro agravado, homicidio, lesiones personales, falsedad en documentos e incendio. Sin embargo, él no pagó un sólo día de cárcel. El Gobierno de entonces, se apresuró a citar a sesiones urgentes al Congreso para amnistiar a esos asaltantes. Mientras tanto, nosotros llevamos dos largos años en que la vida nos ha robado la libertad y la calma, por culpa de una fiscal y de una juez.

Recuerdo momentos como la inesperada muerte de mi hermana menor, cuando tuve que ir sola a Medellín porque mi esposo estaba detenido hacia diez días. Ese es un duelo que no he podido hacer porque la vida me ha atropellado con tanto dolor y angustia que no he tenido tiempo para hacerlo.

También recuerdo el triste momento en que murió mi suegro, cuando la juez no le permitió a mi esposo ser llevado al Hospital Militar a despedirse de su padre. Tampoco hemos podido disfrutar de momentos felices como el nacimiento, hace tres meses, de nuestro primer nieto, fuera del país, ya que mis hijos tuvieron que irse de Colombia. Tuvieron que irse por amenazas desde cuando ese soldado con vocación de servicio al país decidió enfrentarse a los narcotraficantes en su calidad de Director Nacional de Estupefacientes, en busca de un mejor país.

Recuerdo el día de ayer cuando tampoco pudimos estar con ellos en un momento tan importante para nuestra formación religiosa como es recibir el sacramento del bautismo.

Reflexiono y pienso. Todo esto parece el mundo al revés. Colombia definitivamente no tiene memoria. ¿Quién ha cambiado la historia verdadera? ¿Quién inventó la nueva idea de que hay que acabar con los defensores de la patria? Creo saber quiénes son. Pero es mejor que usted, lector, haga su propio análisis.

Ellos tienen una gran responsabilidad ante los colombianos y especialmente ante sus propios hijos, ante sus mismas descendencias quienes seguramente vivirán en este país. ¿Será que es muy difícil juzgar sobre la verdad verdadera? Pienso en los vecinos de habitación aquí en el Hospital Militar. Todos son muchachos que están comenzando a vivir y ya están heridos, algunos quedaron mutilados. Algunos perdieron sus piernas, otros perdieron sus brazos. Todo ello por ser soldados de Colombia. ¿Es muy tarde para decirles que eso no vale la pena? ¿Que se los dice una mujer de más de 50 años que ha vivido al lado de un soldado de Colombia? No, no quiero decirles eso, a pesar de todo lo vivido.

La Patria vive un momento difícil, es cierto. ¡Pero sus enemigos no la vencerán mientras haya soldados de Colombia!

* Esposa del coronel (r) Luis Alfonso Plazas Vega.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Vivencias de una esposa de un Preso Político argentino en Uruguay

CONGRESO DE UNOAMERICA


Con mil preguntas llegué a Montevideo esperando encontrar solo algunas respuestas.
Mientras nos preparábamos ansiosas por asistir a las primeras charlas del Congreso, recibimos de los uruguayos toda clase de atenciones y consideraciones hacia nuestra delegación.

Quizá lo más importante era saber que ambos, uruguayos y argentinos, estábamos preocupados en expresar diferentes facetas de un mismo problema. Teníamos que empaparnos de información para juntos dar batalla.

Abrió el Congreso su Presidente el Ingeniero Peña Esclusa, luego se presentaron las delegaciones de Bolivia y Colombia. Escuché atentamente cada disertación concluyendo que a pesar de tan diferentes latitudes, climas y culturas, estos países sufrían los mismos males que el mío.

Paramos al medio día para almorzar, y nos invitaron a visitar a los militares presos de Uruguay.
Sin dejar de hablar en el viaje ni un minuto sobre ellos y los atropellos jurídicos a los que son sometidos llegamos a su prisión. Tendría que estar habituada a entrar a la cárcel, pero aún hoy, me impacta saber que en ellas están hombres dignos que pelearon y arriesgaron su vida en defensa de su Patria.

Vi entonces una mujer que acarreaba un botellón de agua y vivieres... de inmediato comprendí que ambas pasábamos por las mismas experiencias, y que seguramente tanto ella como yo, nunca hubiéramos soñado estar viviendo estas realidades.

Pasamos por la requisa y las rejas se iban cerrando a nuestras espaldas con un sonido sórdido que retumbaba más en el corazón que en los oídos.

Allí estaban esperándonos un grupo chiquito de militares, serían cinco mas o menos... en sus caras vi emoción, dignidad, dolor, esperanza, impotencia y alegría al saludarnos, entonces también comprendí que a ellos les pasaba lo mismo que a los nuestros: son Presos Políticos de un gobierno vengativo que ejerce un terrorismo histórico, jurídico, mediático, donde se falsea la historia, se condena sin juicios justos y donde se manipula la opinión publicada.

Compartimos el almuerzo con sus familias, era su día de visita. Al charlar con ellas percibí sus miedos, sus frustraciones, sus luchas y sus esperanzas. Todo me era familiar.

La visita fue breve y ya teníamos que regresar al Congreso, porque nos tocaba a los argentinos contar nuestras realidades.

Nos despedimos en el patio dejando atrás un grupo de hombres de pie, intactos moralmente. No me sorprendió su entereza, porque es la misma que veo cada semana en las visitas al penal en nuestra Argentina. Nos dieron saludos para los nuestros, y muchas fuerzas para nosotras.
Salí en silencio, pensando que no importa de donde sean... los SOLDADOS son iguales en todo el mundo... sería imposible doblegarlos.

Con una reseña ajustada estrictamente a la historia explicaron los panelistas argentinos los hechos que nos condujeron hasta esta realidad de tener hoy Presos Políticos en Argentina. Me invitaron a dar testimonio por ser esposa de uno de ellos. Luego invitaron a Cecilia Pando a relatar los hechos mas sobresalientes en el juicio del Padre Von Wernich.

Al día siguiente le toco el turno a Honduras y Uruguay. Fue una jornada interesante e intensa. Se redactó una declaración en la cual se denuncian claramente la existencia de Presos Políticos, por haber combatido o combatir actualmente al terrorismo, en Argentina, Uruguay, Colombia y Perú; a ellos se les suman otros presos políticos por oponerse a los gobiernos de Bolivia y Venezuela. Cerró el Congreso el ex Presidente Julio María Sanguinetti.

Habiendo escuchado a cada una de las delegaciones sus historias, sus horrores y sus preocupaciones, puedo afirmar con certeza que hay un solo patrón que se repite casi con exactitud en cada país de nuestra América y un solo hilo conductor manejado por un enemigo en común.

Dios nos dé a los hombres y mujeres de bien la fortaleza moral para prevalecer frente a todo.

Buenos Aires ,septiembre de 2009

domingo, 27 de septiembre de 2009

Buenos Aires, 27 de septiembre de 2009. Durante la semana del 21 al 25 del corriente UnoAmérica ha desarrollado un congreso en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) y un foro en la ciudad de Montevideo (Uruguay), asistiendo delegaciones de varios países del continente.
La preocupante situación de Honduras y la de los presos políticos, víctimas hoy del odio y la venganza terrorista, caracterizaron las exposiciones de los diferentes paneles.

Al fin de cuatro intensos días de deliberaciones, quedaron plasmados objetivos comunes y una unidad de acción política, jurídica y de apoyo humanitario.

La presencia del ex Presidente del Uruguay, Julio María Sanguinetti y sus palabras de clausura del Congreso remarcando la dificultad para el desarrollo de la democracia que significan los populismos con la utilización de los derechos humanos para perseguir a sus adversarios, constituyeron el estímulo necesario para continuar la labor que UnoAmérica viene desarrollando en este sentido desde su creación.

Disertaron en este foro por la parte argentina, además de los delegados, las señoras Cecilia Pando e Inés Hansen en representación de la Asociación de Familiares y Amigos de Presos Políticos de Argentina (AFyAPPA), y el Cnel (R) Horacio Guglielmone de la Unión de Promociones del Ejército Argentino. Vale destacar la invitación formulada a la Sra. Pando por UnoAmérica para asistir próximamente a Bogotá – Colombia, a efectos de transmitir sus experiencias a organizaciones similares a la suya que procuran la verdad, la justicia y la libertad de todos los presos políticos.
En la foto, el ex Presidente Julio María Sanguinetti, la Arq. Liliana Raffo de Fernández Cutiellos y el Lic. Jorge P. Mones Ruiz, delegados de UnoAmérica en la Argentina.

sábado, 26 de septiembre de 2009

UnoAmérica defenderá los presos políticos latinoamericanos

Montevideo, 26 de septiembre.- Los delegados de UnoAmérica que asistieron a los congresos sostenidos esta semana en Buenos Aires y Montevideo, acordaron, entre otras iniciativas, defender a los numerosos presos políticos latinoamericanos, víctimas de "juicios revolucionarios vindicativos".

Los delegados de UnoAmérica, provenientes de Argentina, Bolivia, Colombia, Honduras, Uruguay y Venezuela, comprobaron in situ que "existen cientos de presos políticos, sin haber sido sometidos a un debido proceso, incurriendo los Estados en graves, reiteradas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos de civiles, policías y militares del continente"; como consecuencia de "la existencia de un proactivo terrorismo Jurídico, judicial, mediático y político".

Según la declaración emitida (ver más abajo), los integrantes de UnoAmérica se comprometieron a "realizar las acciones necesarias, jurídicas, políticas y las comunicaciones en el ámbito nacional e internacional y ante los organismos competentes para lograr el restablecimiento inmediato de los derechos conculcados, la reparación y la consecuencial justicia por la responsabilidad de los Estados" y, para tal fin decidieron, "constituir un equipo internacional interdisciplinario para la defensa de los Derechos Humanos y la Democracia, integrado por direcciones o departamentos en lo jurídico, político y mediático".

La injusta realidad que viven los presos políticos no se limita a los países donde se realizaron los congresos -Argentina y Uruguay- sino que se corrobora tambiién en otros países donde opera el Foro de Sao Paulo, por lo que la iniciativa de UnoAmérica es extensiva a Bolivia, Colombia, Perú y Venezuela.

Durante los próximos días se darán a conocer el resto de las declaraciones, referentes a la situación que vive Honduras y a las irregularidades detectadas en Bolivia y Venezuela; así como la declaración final los dos encuentros sostenidos.

Declaración de UnoAmérica
Buenos Aires-Montevideo
22 al 25 de septiembre del 2009


CONVOCADOS por la dirección de la Unión de Organizaciones Democráticas de América -UnoAmérica- en el Primer “Foro Internacional Argentina-Uruguay: Frente al Socialismo del Siglo XXI”

REUNIDOS los representantes de las organizaciones de la sociedad civil, juristas, defensores de Derechos Humanos, militares en retiro y distintos grupos políticos de Iberoamérica.

CON EL PROPOSITO de intercambiar información, conocer y analizar las violaciones de derechos humanos y de los principios democráticos en Iberoamérica, que afectan a quienes en el pasado cumplieron funciones de garantizar el Estado de Derecho y la democracia.

COMPROBAMOS IN SITU que existen cientos de presos políticos, sin haber sido sometidos a un debido proceso, incurriendo los Estados en graves, reiteradas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos de civiles, policías y militares del continente.

IDENTIFICAMOS una problemática común, de estrategia internacional de ataque y persecución, que busca debilitar la institucionalidad democrática de nuestros países, destruyendo a quienes constitucionalmente tienen la obligación y el deber de cautelar la soberanía, la seguridad interna, de las personas y sus bienes, de los distintos países de Iberoamérica, como lo son la fuerza pública (Militares y Policías).

ENFATIZAMOS en denunciar la flagrante violación a los derechos humanos y garantías procesales en demerito de los policías y militares de Iberoamérica, que históricamente han luchado por la salvaguarda de las instituciones, la democracia, la vida, honra y bienes de los ciudadanos. Violaciones que a todas luces desconocen el debido proceso, el derecho de defensa, la imparcialidad del juzgador, el juez natural, el respeto por la competencia y jurisdicción territorial, el fuero castrense, el principio de presunción de inocencia, el respeto por el principio de cosa juzgada (juzgando y condenando varias veces por el mismo hecho), desconocimiento de amnistías e indultos, la aplicación retroactiva desfavorable de tipos penales negando el principio de legalidad, la negación al principio de prescripción de los delitos y de las penas, el desconocimiento a la causal justificante de la obediencia debida y estado de necesidad; además de la manipulación probatoria.

EN CONSECUENCIA:

RECONOCEMOS la existencia de juicios revolucionarios vindicativos en manos de aplicadores jurídicos politizados, sustraídos de la aplicación de una justicia imparcial pronta y oportuna, obligación imperativa del Estado Democrático de Derecho, ante la evidente omisión y/o manipulación de la aplicación normativa nacional e internacional de la cual nuestros Estados son partes.

DENUNCIAMOS la existencia de un proactivo terrorismo Jurídico, judicial, mediático y político.

DECLARAMOS la calidad de victimas por violación de los Derechos Humanos, de los militares, policías, civiles y de sus familias, en virtud de procesos “jurídicos” ilegales.

EXIGIMOS: La aplicación de los principios de igualdad y equidad normativa en materia de creación y aplicación de la política criminal.

POR TANTO:

NOS COMPROMETEMOS: A realizar las acciones necesarias, jurídicas, políticas y las comunicaciones en el ámbito nacional e internacional y ante los organismos competentes para lograr el restablecimiento inmediato de los derechos conculcados, la reparación y la consecuencial justicia por la responsabilidad de los Estados.

ACCIONES: Constituimos para tales efectos un equipo internacional interdisciplinario para la defensa de los Derechos Humanos y la Democracia, integrado por direcciones o departamentos en lo jurídico, político y mediático.

En conocimiento del tenor literal y contenido de la presente declaración que suscribimos en Montevideo el día viernes
25 de septiembre del 2009, firmamos los intervinientes en señal de aceptación.

Alejandro Pena Esclusa
Presidente UnoAmérica
Asociación Civil Fuerza Solidaria - Venezuela.

Jorge Mones Ruiz
Delegado UnoAmérica Argentina
ONG 1810

Liliana Raffo de Fernández Cutiellos.
Delegada UnoAmérica Argentina
ONG Movimiento por la Verdadera Historia

Cecilia Pando.
Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos - Argentina

Raúl Villasuso
Consultora R. Villasuso y Asociados Internacional - Argentina
 
Horacio Guglielmone
Unión de Promociones del Ejército Argentino
 
Hugo Ferrari
Delegado UnoAmérica Uruguay.
Centro de Estudios de Derechos Humanos del Uruguay.
 
Wálter Arrázola Mendivil.
Delegado UnoAmérica Bolivia
Fundación Ética y Economía.

Josué Meneses
Delegado UnoAmérica Perú
Movimiento por las Víctimas del Terrorismo (Perú).

Vilma Morales M.
Delegada UnoAmérica Honduras.
Unión Cívica Democrática.

Miguel Fierro Pinto
Fundación Un Millón de Voces - Colombia

Iván Restrepo Lince
Delegado UnoAmérica Colombia
Asociación de Víctimas Civiles de la Guerrilla Colombiana

Carlos Sierra Galindo
Federación Verdad Colombia.

Jaime Arturo Restrepo Restrepo.
Asociación de Víctimas Civiles de la Guerrilla Colombiana
Director Jurídico UnoAmérica

martes, 15 de septiembre de 2009

Presos por delitos políticos ( Editorial de La Nación 15-09-2009

Una arbitraria e ilegal aplicación del derecho sólo castiga a uno de los dos bandos enfrentados durante la represión

La agresión guerrillera que padecieron América latina y Africa en los años 70 como resultado de la política de expansión violenta del comunismo soviético fue repelida, primero, por diversas fuerzas civiles de opuesta ideología y, luego, por las fuerzas armadas de cada uno de los países agredidos. En todos ellos se dictaron leyes de amnistía.

Con el regreso de la democracia, nuestro país fue el único que exploró una forma de juzgamiento que permitiera sancionar a los mandos de las organizaciones terroristas y a las cúpulas militares que las combatieron con métodos ilegales; así se trazaron niveles de responsabilidad en la búsqueda de afianzar la Justicia. La empresa, con todo, no pudo consumarse exitosamente y, a la larga, revivió enfrentamientos innecesarios.

Se formó la Conadep, se juzgó y condenó a los titulares de todas las juntas militares que comandaron las FF.AA. y se condenó también a otros miembros de las fuerzas de seguridad y policiales. El Congreso de la Nación sancionó luego dos leyes de pacificación, llamadas de punto final y obediencia debida, que fueron reconocidas en todo el país y hasta por la Corte Suprema de Justicia de la Nación como leyes de amnistía.

Más tarde, durante la presidencia de Carlos Menem, se dictaron indultos tanto a militares como a guerrilleros. Algunos de estos últimos beneficiarios volvieron a atacar cuarteles del Ejército y a asesinar en plena vigencia de la democracia, como en los sucesos de La Tablada.

El esfuerzo de pacificación pareció logrado entonces. Sin embargo, los fallos de la Corte Su
prema de Justicia, en los autos Arancibia Clavel y Simon, dictados en la primera época del gobierno kirchnerista, desconocieron las leyes de amnistía sancionadas años antes por el Congreso democrático, sin ningún clamor popular adverso. Desconocieron también los indultos y aplicaron normas internacionales no vigentes en la época de los hechos. Se violaron así principios universales del derecho penal, como el de legalidad, la prohibición de la retroactividad de la ley más gravosa y el instituto de la prescripción.

Se sentó, pues, un precedente que en el futuro puede volverse, con la misma arbitrariedad, en dirección contraria y afectar en todos los terrenos a quienes, usufructuando en un momento dado mayorías circunstanciales de poder, sueñan el sueño imposible de que las situaciones políticas dominantes a favor de una facción serán para toda la vida.

Con la revisión de actos soberanos de los otros poderes, se extrajeron del Congreso y del Poder Ejecutivo los instrumentos que la Constitución Nacional ha conferido para afianzar la paz interior. Todo ha sido gestado en medio de un clima de fuerte presión sobre los jueces y de iguales sospechas de injerencia política en el campo judicial. Así se ha logrado que la persecución por los años de violencia terrorista se haya centrado sólo sobre militares y policías que combatieron la agresión subversiva y, de un tiempo a esta parte, también sobre civiles que cumplieron en aquellos años tareas de gobierno.

Hay unos 500 detenidos, en muchos casos con seis y siete años en esa situación, por presuntos delitos ocurridos hace más de treinta años y sobre los cuales no pesa condena. Entre ellos, personas de más de 80 años de edad, pertenecientes a una categoría carcelaria que, según estadísticas, registra a estas alturas 54 prisioneros muertos en tales condiciones.
Así las cosas, no debe extrañar que se hable de la existencia de presos por delitos políticos en la Argentina, todos ellos imputados de haber actuado en la esfera de acción del terrorismo de Estado con el que se enfrentó al otro terrorismo, el de extrema izquierda. Este último, en cambio, por dos veces ha sido privilegiado por leyes de amnistía.

Es necesario actuar a tiempo a fin de que una ley de reconciliación nacional deje atrás, con un compromiso colectivo, un período siniestro desde todo punto de vista para el país.
De lo contrario, en un extremo o en el otro, se habrá perdido en equidad y en seguridad jurídica, y se habrá ganado en grave desvalorización del Estado de Derecho y de la grandeza espiritual de la Nación.

Reconozcamos que el presidente Alfonsín se atrevió a juzgar a las juntas militares contra la opinión de un peronismo que avalaba en la campaña de 1983 la autoamnistía dictada para sí por los militares antes de dejar el poder. Esa autoamnistía fue condenada en su momento por este diario. También el Congreso de la Nación entendió en aquellos años 80 correctamente cuál debía ser el curso de los acontecimientos para cerrar un ciclo nefasto del país. Pero lo que resolvieron fue borrado más tarde de un plumazo por legisladores y jueces, dejando tan delicada cuestión en los términos aquí planteados

viernes, 4 de septiembre de 2009

General Bruera – Abuelas ¿Aplauso?

(Carta publicada por el Diario La Nación el 11 de Setiembre del 2009 )

Días atrás, el General Bruera, Secretario General del Ejército, informaba a la opinión pública que la disertación de una Abuela de Plaza de Mayo, frente a un auditorio de efectivos del Ejército Argentino, había culminado con la “explosión de los oyentes en un aplauso espontáneo, con rostros emocionados que ponían en evidencia que se había llegado al corazón de los oficiales”.

Tuve oportunidad de hablar con un testigo presencial de este hecho, quien me informó del verdadero sentimiento de los oficiales presentes. Los pocos que aplaudieron, no lo hicieron producto de la emoción, sino por la natural cortesía que tiene toda persona educada que concurre a un evento imprevisto, aunque no lo termine de digerir.

La frustración de los presentes fue unánime, y con ello se perdió una oportunidad inmejorable para la auténtica reconciliación nacional. La crítica de los presentes no surge por la presencia y disertación de una abuela de plaza de mayo. La frustración explota porque esta no fue acompañada por la presencia de una víctima del terrorismo subversivo, lo que hubiera permitido mensurar con equilibrio la magnitud de la tragedia de los 70 en toda su dimensión.

Actitudes como las del general Bruera no contribuyen a la concordia nacional, sino que alimentan el resentimiento de quienes se sienten olvidados. Aunque posiblemente preparen el camino para acceder en el futuro a una promisoria embajada.

Atte: Lic Pedro Rafael Mercado
My (R) Ejército Argentino
DNI: 18046597
pedrorafaelmercado@yahoo.com.ar

miércoles, 2 de septiembre de 2009

35to Homenaje a las Víctimas del Terrorismo en Plaza de Mayo

Como todos los primeros martes de cada mes, el día 01 de setiembre a las 18:00 horas, se llevó a cabo el Trigésimo Quinto Homenaje a las Víctimas del Terrorismo en la Plaza de Mayo. Bajo un cielo gris y amenazante, los presentes pintamos nuevamente el símbolo de las víctimas, poniendo de manifiesto que Nunca Más permitiremos que se mutile la historia de nuestra querida patria. A todos los que pudieron acompañarnos, muchísimas gracias.

Palabras pronunciadas por el Mayor (R) Pedro Rafael Mercado

Y aquí estamos de nuevo. Constituye este el Trigésimo Quinto Homenaje a las Víctimas del Terrorismo en esta histórica plaza. Como todos los primeros martes de cada mes, nos reunimos para rescatar del olvido a todos aquellos que murieron asesinados por la perfidia terrorista. Y lo hacemos sin odio, sin ánimo de revancha, con la única finalidad de contribuir a la construcción de la historia, una historia completa, sin manipulaciones de ninguna especie, que nos ayude a comprender la magnitud de la tragedia sufrida por los argentinos en la década del 70. Sólo si asumimos nuestro pasado en su plenitud, podremos caminar sin complejos hacia el futuro.

Durante los meses de agosto de la década del 70, cuarenta y ocho fueron las víctimas que encontraron la muerte de la mano del terrorismo. Nueve efectivos de las Fuerzas Armadas, Siete de las Fuerzas de Seguridad, veinte de las Fuerzas Policiales y 12 civiles, perdieron la vida, porque un grupo de iluminados se propuso imponer a sangre y fuego su proyecto político de país. No peleaban por la democracia, no les interesaban los derechos humanos, no les preocupaba sembrar de sangre el terruño de nuestra patria… les interesaba el objetivo a alcanzar: la construcción del socialismo y el destierro definitivo de la libertad. Asumir esta verdad constituye el punto de partida para comprender la complejidad de los años 70... y el punto de partida también para alcanzar la Concordia Nacional. Las medias verdades sólo contribuyen a sembrar resentimiento…y el resentimiento prepara el camino para el odio y la confrontación.

Y al hablar de medias verdades, no puedo dejar de lado el referirme a un hecho protagonizado días atrás por el actual Secretario General del Ejército Argentino, General de Brigada Hugo Domingo Bruera. Fue este oficial del Ejército, quien en el marco de un Seminario de Relaciones Públicas, invitó a una Abuela de Plaza de Mayo a exponer sobre su historia de vida. Al decir del general Bruera, la exposición había culminado con la “explosión de los oyentes en un aplauso espontáneo, con rostros emocionados que ponían en evidencia que se había llegado al corazón de los oficiales”.

Tuve oportunidad de hablar con un testigo presencial de este hecho, quien me informó del verdadero sentimiento de los oficiales presentes. Los “pocos” que aplaudieron, no lo hicieron producto de la emoción, sino por la natural cortesía que tiene toda persona educada que concurre a un evento imprevisto, aunque no lo termine de asumir.

El verdadero sentimiento de los presentes fue el de una profunda frustración personal, no tanto por la presencia de una Abuela de Plaza de Mayo en el Seminario, sino por la ausencia de un testimonio de similares características de una víctima del terrorismo, que equilibrara la balanza, y contribuyera de esa forma a comprender el pasado integral de nuestra querida patria.

Y para asumir nuestro pasado hay que escucharla a Buscadita Roa, pero no por ello hay que silenciar a los Ibarzábal, los Larrabure, los Amelong, los Albornoz, los Genta, los Sacheri, los Rucci… en suma, a la totalidad de las víctimas del terrorismo… de ese terrorismo sin el cual, la tragedia de los 70 nunca habría existido.

Muchas gracias.