El día miércoles 8 de julio, algunos tuvimos la oportunidad de vivir una experiencia inolvidable. Como un símbolo de paz, el ex guerrillero Luis Labraña se hizo presente en la prisión de Campo de Mayo para visitar a sus viejos enemigos de los 70.
En el ambiente había mucha tensión, producto de la expectativa. El “todos libres o todos presos” del ex montonero sembraba actitudes positivas, pero otros, como el Tomás del Evangelio, teníamos serias dudas de lo que ocurriría en el encuentro. Había mucha sangre derramada. Mucho odio y resentimiento ¿Qué podría pasar?.
Pero la realidad superó todo lo imaginable y la grandeza de los combatientes se impuso sobre la mezquindad de los mercaderes de la memoria. La mirada franca y el abrazo emocionado de soldados que habían combatido en trincheras opuestas, puso de manifiesto que la pacificación nacional es posible.
Pudimos disfrutar ese momento mágico, entre otros, los representantes de UNO AMERICA en Argentina, Jorge Mones Ruiz y Liliana Raffo de Fernández Cutiellos; el Teniente Coronel Retirado Emilio Nani y el Director de la Revista B1, José D´Angelo Rodríguez.
Y quienes vivimos esta experiencia, deseamos que muy pronto toda la sociedad pueda experimentar ese reencuentro entre hermanos. A Luis Labraña y a los soldados detenidos, muchas gracias por permitirnos seguir soñando con una Argentina para todos.
María Cecilia Pando
Reproducimos a continuación, las palabras pronunciadas por el Ex montonero en el Penal de Campo de Mayo.
7 de Julio de 2009
Pabellón de detenidos, Campo de Mayo
“Si cada hecho histórico se vuelve intocable tras haber sido declarado por ley genocidio o crimen contra la humanidad, se está condenando a muerte la investigación histórica y, por ende, cristalizando la historia de una nación”.
Pierre Nora
Bueno, aquí estoy. Se preguntarán a qué vine, por qué vine. Vine a refrendar con los hechos las palabras que vertí en la presentación del libro Volver a matar del Tata Yofre.
Vine a demostrar que soy consecuente. Pero, vine fundamentalmente a conocer al otro y que el otro, en estos tiempos viscosos y de relativa paz, me pueda conocer. “Pensá siempre que, detrás de tu enemigo, hay un ser humano”.
El otro es aquel que nos mira, nos juzga y nos acompaña en la vida, en este haz de luz efímero que recorre la noche de la historia.
Y así, nos vamos yendo los unos y los otros, un poco antes, un poco de después, pero siempre dentro de los límites que Dios nos impuso.
No existimos el uno sin el otro. Somos omnipresentes en la Argentina de estos dos siglos. No podrán escribir nunca la verdadera historia si se continúa negando la verdad, por más dura y cruel que sea, y la importancia de la guerra de los 70.
Ayer nos enfrentamos. Hablo en forma personal, sin metáfora alguna. Nos enfrentamos los que estamos en esta mesa: ustedes y yo, con el mismo odio, con la misma pasión, en nombre de la Patria.
Muchos caímos, otros estamos libres y otros estamos presos. Pasaron más de treinta años y el rencor hizo nido en la memoria. Y ésta, tan frágil, tan emotiva y maleable, se adhiere a la conciencia popular como un hongo, un estupefaciente que hipnotiza e idiotiza. Y la idiotez tiene una capacidad de reproducción geométrica que no tiene la inteligencia.
Esta memoria fugaz y reproductiva que imposibilita la visión histórica de las últimas décadas fue instalada mediáticamente para sustentar la fábula del inocente y de los dos demonios.
Sólo existió un demonio al acecho y dos ángeles guardianes que combatieron entre sí en su profundo amor al país.
Es imposible luchar contra la popularidad de una memoria distorsionada. La utilización de la memoria es el instrumento, por excelencia, de las minorías autovictimizadas y exigentes en contraposición a la historia.
La memoria, como normativa de estudio del pasado, destruye la esencia de los valores históricos de un país, dificulta la construcción de una nación.
Esta historia fue contruída por nosotros. “La historia reúne, la memoria divide.”
Lic. Luis Labraña
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