Tal cual se tomara público conocimiento, el pasado martes 04 de marzo, con el lema "Una Plaza sin discriminaciones y una justicia sin impunidad para los terroristas", un grupo de argentinos pintamos en el suelo de Plaza de Mayo, un símbolo que representa a las víctimas del terrorismo en nuestra querida patria.
Pensamos que los pañuelos de las Madres reflejan sólo una parte del dolor de los argentinos, que debe ser complementado con el recuerdo y homenaje a las otras víctimas de esa terrible guerra que sufrió la Argentina en la década del 70, cuyas profundas heridas, aún hoy, a 30 años de distancia, no terminan de cicatrizar.
Desde un principio asumimos que no buscábamos la confrontación. No pintamos, ni tachamos a los pañuelos de las madres, tan sólo queríamos reflejar que no son las únicas que sufrieron pérdidas en el conflicto bélico que dividió el espíritu de los argentinos. Todas las muertes debían ser respetadas, para que esa terrible historia no volviera a repetirse en nuestro amado país.
Respetuosos de la ley, los que llevamos pancartas o pinturas, estacionamos nuestros vehículos en los lugares destinados a tal fin, y desde allí, cargando nuestras espaldas nos dirigimos caminando hasta la Plaza. Si pretendíamos que la ley sea el punto de encuentro de todos los argentinos, era justo que respetáramos las normas que hacen a una vida civilizada.
Pero el jueves por la tarde, la impunidad y la prepotencia se dieron cita en la plaza que vio nacer a nuestra nación. Aproximadamente a las 14:30 hs, dos autos con logos de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que se desplazaban por Hipolíto Yrigoyen, al llegar a la altura de Defensa, se metieron en el espacio público, estacionando los móviles sobre la misma Plaza. Sus ocupantes, con tachos de pintura bien acondicionados, como si se tratar de un operativo comando, procedieron a tachar el símbolo de las víctimas con un tétrico color rojo.
Cargado de significado, tal vez sin tomar conciencia de lo que estaban haciendo, la bandera Celeste y Blanca, que formaba parte del símbolo de las víctimas, quedaba tachado por el color rojo que siempre representó a los que quisieron hacer de nuestra república, un estado totalitario al estilo cubano.
En los 70, el rojo de la sangre teñía los cuerpos de las víctimas del terrorismo marxista. En el presente, el rojo del resentimiento pretende teñir con un manto de olvido a las víctimas del odio montonero. En los 70, no pudieron hacer que un trapo rojo reemplace a la celeste y blanca, en el presente, no podrán enterrar en el olvido a nuestros seres queridos.
Por eso, invitamos a todos los argentinos que tienen verdadera memoria a que nos acompañen el próximo martes 11 de marzo a las 18:30 hs, en la Plaza de Mayo, para volver a pintar el símbolo de nuestros muertos. A las Madres del Odio, les decimos que no teman. Sus pañuelos no serán tocados. Nuestro dolor no está cargado de resentimiento y es nuestro deseo contribuir a crear una nación y una plaza para todos los argentinos.
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