jueves, 19 de junio de 2008

Carta Abierta al Periodista Gustavo Sylvestre

Señor Gustavo Sylvestre:

Comienzo presentándome. Mi nombre es Pedro Rafael Mercado, DNI 18.046.597 y quiero pedirle que por favor termine de leer este mensaje. Imagino que usted recibe mucha información todos los días, seguramente de carácter más importante que esta, pero confío en que su sentido humano y periodístico lo lleven a continuar la lectura de estas reflexiones.

En el día de ayer, seguramente por información tergiversada que llegara a sus manos, usted manifestó en TELENOCHE que la señora María Cecilia Pando "había sido echada" de la concentración que se había llevado a cabo el lunes a la noche en la esquina de Cabildo y Juramento.

Desconozco su fuente de información. Yo voy a contarle lo que viví en ese momento. Antes de que usted lo diga, acepto de antemano que mi testimonio no es objetivo. Nunca podría serlo. Estoy casado con Cecilia desde hace más de 20 años, y naturalmente mi mirada nunca podrá ser neutral. Pero en el problema suscitado el día lunes a la noche yo estaba al lado de mi esposa y trataré de contarle lo que personalmente pude observar, para que al menos usted tenga otra visión de los hechos, que por lo menos complemente lo recibido por otros medios.

Entiendo que detrás de todas estas informaciones hay muchos intereses y por eso la verdad normalmente queda opacada. No lo juzgo a usted. Como periodista tendrá que sacar sus propias conclusiones tratando de bucear entre la niebla espesa de los intereses en juego. Yo también tengo los míos, por eso le ofrezco mi visión.

Con Cecilia y tres de mis hijos (19, 17 y 15 años respectivamente) estuvimos desde temprano en la esquina de Cabildo y Juramento, ya que vivimos a tres cuadras de ese lugar. Para no mover a equivocaciones, cumplo en aclararle que no estábamos en la organización del evento. No difundimos la convocatoria de ninguna forma... simplemente salimos, como la inmensa mayoría de los que estábamos ahí presentes, para hacer escuchar nuestra voz. Demás está decir que disfrutábamos el momento.

No lo hicimos esondidos, ni en ese, ni en otros actos. Estuvimos a cara descubierta... y compartimos la manifestación con toda la gente. Naturalmente fuimos reconocidos, especialmente Cecilia, por muchas personas... Muchos se acercaban a saludar, expresando felicitaciones por su lucha, otros simplemente miraban, con gestos de aprobación o de indiferencia. Hasta el momento del incidente no hubo ninguna voz que le recriminara nada.

Naturalmente había muchas cámaras de televisión. Una de ellas la identificó a Cecilia y se acercó para tomarla de primer plano. En forma extrañamente sincronizada, en el momento en que la cámara la toma a Cecilia, un joven comienza a increparla a los gritos, llamándola defensora de la dictadura, exigiéndole que se retirara de la manifestación. Me interpuse en el medio y para no caer en provocaciones nos alejamos de donde estaba el joven iracundo a otra parte de la concentración.

No queríamos arruinar una fiesta del pueblo con discusiones bizantinas. Nos fuimos a otro lado, dentro de la manifestación. Aclaro que muchos de los que nos rodeaban nos pedían que nos quedáramos, que no le hiciéramos caso a ese "loquito", pero nosotros preferimos alejarnos del sector. Era una fiesta y había que evitar discusiones estériles.

Pero el joven no había terminado de cumplir la misión, o en el mejor de los casos, quería tener su minuto de fama. Envalentonado con nuestra retirada y con las cámaras que lo seguían, se acercó nuevamente a los gritos, con la misma argumentación... y seguimos manteniendo la calma... decidimos irnos para no sembrar la discordia... tal es así que tomamos por Juramento en dirección a Vuelta de Obligado perseguidos por las cámaras y por el joven "cruzado" que nos seguía a los insultos. Hasta ese momento, todo parecía un altercado entre un joven fuera de sí, que nos seguía a los gritos, nosotros que evitábamos la confrontación y las cámaras que registraban lo sucedido.

Pero los gritos se escucharon en la muchedumbre y la gente, como sucede normalmente en estos casos, comenzó a acercarse tratando de entender de que se trataba. Los que habían visto de cerca cual era el problema, saltaron en defensa de Cecilia e increparon al periodista y al joven que seguía con los insultos, generándose exactamente lo contrario a lo que usted manifestó en su comentario.

El ¡que se vaya...que se vaya! comenzó a corear la muchedumbre, no contra la Pando, sino contra el joven patotero y contra el periodista que se había hecho eco de la provocación. A tal punto, que el joven fue seguido por la muchedumbre, que a los gritos de patotero lo obligó a retirarse... y Cecilia permaneció en la manifestación... como una más... sin ningún incidente, hasta casi las 23:00 horas.

Eso es lo que yo vi... lo que yo viví... muy lejos de su comentario en la televisión.

Con esto no quiero decir que la gente la apoyara a Cecilia en cuanto a su lucha... ni que la manifestación respondiera a las órdenes de la Pando Seguramente en el cacerolazo había gente que compartía nuestro pensamiento, había otros que estaban en total desacuerdo y había una gran mayoría a quienes Cecilia les era totalemente indiferente.

Sin embargo, todos se unieron para expresar el rechazo de un intolerante que vaya a saber porqué motivo quería ver a mi esposa fuera de la manifestación. Pero no pudo... la gente está cansada de los patoteros y le salió el tiro por la culata... Cecilia permaneció en Cabildo y Juramento, mientras el pibe desquiciado se tuvo que retirar... curiosamente al revés de lo que usted manifestó en TELENOCHE.

Desde ya muchas gracias por su tiempo...

Pedro Rafael Mercado

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