miércoles, 6 de octubre de 2010

Simplemente rateros.

El día 06 de octubre preludiaba ser un día complicado para la libertad de expresión. A partir de las 09:00 de la mañana, el titular de la Comisaría Nro 22, acompañado por un efectivo militar, recorrían periódica y nerviosamente el sector donde se encontraban los cuatro carteles de la asociación AFyAPPA, los que estaban custodiados por cuatro señoras, una al lado de cada cartel. Los que allí nos encontrábamos presente pensábamos que había llegado una orden judicial para que la policía procediera a quitar los carteles de la discordia. Es lo que hubiera correspondido en un estado de derecho. Cabe aclarar que ese día el Ministerio de Defensa conmemoraba el Día del Marítimo, y en su homenaje estaba prevista la presencia de importantes autoridades de distintos rubros.

Aproximadamente a las 10:30 hs, ingresan al sector de la Plaza, aproximadamente 30 efectivos de la Policía Federal, a cargo del subcomisario de la Comisaría Nro 22. Inicialmente, los efectivos son distribuidos de la siguiente forma: dos agentes al pie de la escalinata donde se encontraba cada uno de los carteles, manteniendo una reserva con el resto del personal. A la misma hora, a 100 metros del lugar, sobre Avenida Colón, una manifestación cortaba todos los carriles de la mano a provincia de dicha arteria. El caos de tránsito era terrible. Sin embargo la presencia policial era mínima. La mayor parte de la tropa se desplegaba en la Plaza de Armas del Ministerio de Defensa. Recordemos también que en ese momento, toda la Avenida 9 de Julio se encontraba cortada por el Movimiento Barrios de Pie. En ese contexto, nos resultaba difícil pensar que algún fiscal se hubiera tomado el trabajo de ordenar un operativo represivo sobre las mujeres de AFyAPPA.

Aproximadamente a las 11:30 horas, el dispositivo policial se cambia, y la policía se coloca haciendo un cordón en uno de los sectores laterales de la escalera del acceso, dando a entender que su función se limitaría a segurar sin incidentes el el acceso de los visitantes . Mientras esto sucedía, el comisario intenta convencer a los manifestantes de quitar los carteles por hoy, con la idea de volver a colocarlos al día siguiente sin mayores problemas. Decía esto, porque según sus palabras no era conveniente que la institución hiciera una denuncia, que traería problemas futuros para los manifestantes. Se trataba del último intento por tratar de convencer a los manifestantes de quitar los carteles por propia voluntad. También ponía de manifiesto que todavía no existía denuncia, y que por lo tanto, tampoco existiría orden judicial al respecto.

Una hora después, luego de interminables llamadas teléfonicas, la policía recibe la orden de cambiar cambiar el dispositivo, estableciendo un cordón policial en la parte superior de las escalinatas, inmediatamente antes de los carteles del conflicto. El responsable del operativo les informa a las manifestantes que se encontraban en la parte alta, que debían establecerse por debajo del cordón policial, aclarando que no se preocuparan por los carteles, ya que ellos no los tocarían. Las manifestantes cumplieron lo pedido sin oponer resitencia, retirándose voluntariamente de la parte superior de las escalinatas, quedando un cordón policial de 30 efectivos entre los carteles y las manifestantes.


A una orden determinada, de improviso se abren las puertas y aproximadamente 20 efectivos del Ejército Argentino, de uniforme, en un rápido operativo, corta los carteles y se apropia de los mismos por la fuerza, pasandolos hacia el interior porlas rejas. Como viles ladrones, la tropa corre rápidamente hacia las puertas laterales de las escalinatas para intentar acceder al interior del edificio, generándose en esta corrida, algunos incidentes con el personal de manifestantes, que alertado de la vil maniobra, intenta ingresar a las instalaciones para recuperar aquello que le había sido arrebatado ante la presencia policial. La esposa y el hijo de un preso político terminaron lesionadas como consecuencia de las corridas y empujones.

Increpados los efectivos policiales por la maniobra desarrollada, sin mediar orden de ningún juez, el comisario manifiesta que ellos no sabían nada del hecho, que también habían sido sorprendidos por la maniobra, y que podíamos hacer la denuncia del robo en sede policial.

Aproximadamente a las 21:00 horas, la masa de los efectivos policiales se retiran quedando cuatro agentes en custodia de las escalinatas, debidamente reforzados por 12 efectivos de Policía Militar.

Y con dolor, hay que decir que el Ejército de Nilda Garré, se ha transformado, en función de la obediencia debida, en una asociación ilícita de rateros organizados.

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