Política
Exclusivo (Diario Perfil, sábado 2 de enero)
Por primera vez, hablan las esposas de los represores Donda, Pernías y Tallada
Graciela de Donda, Ana María de Pernías y Beatriz de García Tallada relatan su experiencia junto a sus maridos, hoy juzgados por los crímenes de la ESMA. Historias escalofriantes.
Por Emilia Delfino
Salida. Las mujeres de García Tallada, Pernías y Donda; junto a Cecilia Pando abandonan los tribunales de Comodoro Py el último martes. Pidieron reserva de imagen.Graciela de Donda carga un sobrepeso de palabras.
La mujer que hace 40 años comparte la vida con el represor Adolfo Miguel Donda Tigel rompió el silencio en una entrevista con PERFIL. Su esposo es señalado por sobrevivientes como el jefe de los secuestros de su propio hermano José María y de su cuñada, María Hilda Pérez, y como el entregador de su sobrina Victoria, nacida en cautiverio en agosto de 1977, criada por otro represor, Antonio Azic.
“Lo que más me duele es que digan que mi marido secuestró a su hermano. (Se quiebra). José María no quería que él estuviese en la Marina, para preservarlo, y a su vez, Adolfo no quería que José María estuviese en la Juventud Peronista para preservarlo. Los dos se querían mucho, se llevaban nueve años. No discutían, eran realmente muy buenos el uno con el otro. Mi marido es una víctima de la pérdida de su hermano”, se adelanta a las preguntas. A su lado están Ana María de Pernías –esposa del represor Antonio Pernías–, Beatriz de García Tallada –mujer del médico de la Armada Manolo García Tallada–, quienes también participaron en la entrevista, y Cecilia Pando.
“En 1977, cuando secuestraron a José María y su esposa, nosotros estábamos en Puerto Belgrano, pero dicen que a Adolfo lo vieron en la ESMA. Ese año nace Victoria Donda. Nosotros nunca supimos del nacimiento de esta chica, ni siquiera sabíamos que mi cuñada estuvo presa en la ESMA ni que estuvo embarazada.” Su testimonio se contradice con el de la familia de María Hilda Pérez que señala a “Jerónimo” o “Palito” –los alias de Donda– como el responsable de los secuestros de sus familiares.
—¿No sabía de la existencia de Victoria?
DONDA: Nos enteramos en 2004, cuando se dio a conocer su caso. Me gustaría saber quién entregó a Victoria y por qué, sabiendo que tenía un tío en la Armada, no se la dieron a mi marido. Eso me va a quedar toda la vida. Pero también sé que esto pasa en una guerra. En una guerra también hay gente cobarde. Hay alguien que mató a su hermano y no se anima a decírselo.
—¿Quién mató a José María, entonces?
D: Lo único que él pudo averiguar es que se lo llevó la Aeronáutica, al igual que a su mujer. Pero después no sé cómo desembocó en la ESMA. Mi marido es una víctima de la pérdida de su hermano, no es un victimario. Eran una familia muy bien constituida. Y nosotros nos hicimos cargo de la primera hija del hermano, Daniela, que es la hermana mayor de Victoria. Yo esto lo quiero dejar en claro para Victoria, para que sepa que realmente nunca supimos de ella.
—¿El intentó rescatarlo?
D: Mi marido siempre actuó con su nombre, eso de los seudónimos son inventos. Siempre buscó a su hermano y yo, al día de hoy, veo a una persona de espaldas con la fisonomía de José María y creo que es él. No creo que todo lo que pasó estuvo bien, entiendo el dolor del otro lado. La que estuvo más cerca de la historia fui yo. Fuimos con mi suegra a muchos lugares a buscarlo.
—Cuando lo acusan del crimen de su hermano, ¿cómo se defiende?
D: A un marido lo llegás a conocer en lo más profundo. Cuando estábamos en Puerto Belgrano, una madrugada, a las 3 de la mañana, lo vi llorando por la muerte de su hermano. Lo amaba.
—¿Pudo hablar con Victoria alguna vez?
D: No, (se quiebra) no es el momento.
—¿Pero quisiera hacerlo?
D: Sí, con el tiempo sí. Cuando estemos en otro país. Yo lo quería mucho a mi cuñado, lo conocía de chiquito. Le decía: “Pensá en tu hija –por Daniela–, pensá en tu mujer”. Pero él estaba tan convencido de lo que hacía. Murió por sus convicciones. Y su hija, Daniela, hoy siente que la abandonaron. Pero él hizo todo por el futuro de su hija. Mirá qué futuro. Seguimos todos enfrentados, estúpidamente. Creo que es un conflicto que algunos les conviene porque sacan rédito.
—¿Se refiere a las indemnizaciones que reciben las familias de los desaparecidos?
TODAS: Por supuesto.
—¿Qué saben que pasó adentro de la ESMA?
D: Creo que de una pequeña verdad, que es que estuvieron (detenidos) en la ESMA, armaron una gran mentira.
PERNIAS: Creo que todo lo aumentaron al cien por ciento.
G. TALLADA: Hay que reconocer que se torturó.
D: La memoria es subjetiva, es lo que vos te acordás. Tiene que ver con lo que viviste, en cambio la historia es lo que pasó.
—Hay muchas acusaciones de violaciones a mujeres detenidas…
D: No. Yo no creo que nadie haya gozado de la tortura.
P: Conocemos a nuestros maridos y sabemos que no.
GT: Yo no lo creo.
—Se han detallado las condiciones inhumanas de vida en la ESMA…
D: En la cárcel, mi marido convive con ratas, cucarachas. A nosotras nos desnudan de a dos para entrar a los penales.
—¿Es comparable?
D: ¿Sabés lo que son siete años de eso? Hace treinta años que vivo esta tortura. Todo lo que ellos pueden contar, nosotras ya pagamos con creces.
—¿Se refiere a la condena social?
D: Nunca sufrimos condena social. Pero sí duele horrores cada vez que tenemos que ir al penal y ver las condiciones en que viven nuestros maridos.
P: Además, el almirante Godoy estuvo en la ESMA y nadie lo toca.
—¿El actual jefe de la Armada operó en la ESMA durante la dictadura?
TODAS: Obvio.
GT: Estuvo en la ESMA en el ‘77: lo saben todos nuestros maridos.
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