jueves, 25 de noviembre de 2010

Decimos No al Terrorismo Jurídico


De acuerdo a lo previsto, el día 23 de noviembre a las 11:00 hs. AFyAPPA desarrolló un acto frente al Palacio de Justicia en el cual se le solicitó a los jueces que tengan dignidad y que no permitan que la aplicación de justicia siga siendo una herramienta al servicio del Terrorismo Jurídico.

Como parte del evento se plantaron cruces que recuerdan a los muertos en cautiverio y se presentó una muestra de diarios de la época que permitió a los que pasaban por el lugar un mayor nivel de comprensión de la magnitud de la tragedia que vivió nuestra patria en la década del 70. El éxito de esta actividad, con mucha gente pidiendo que no sacáramos la cartelería para que se conozca la verdad completa de nuestro pasado reciente, puso de manifiesto el deseo del pueblo argentino de conocer los hechos históricos con objetividad, rechazando de plano el relato de los 70 que se promociona desde algunas oficinas gubernamentales y para gubernamentales (ABuelas, Madres, Hijos,Etc).

Para ver un video con imagenes del evento hacer Click en el siguiente Link:

http://www.youtube.com/watch?v=VXhhfJA06aA&feature=player_embedded


A continuación se presentan las palabras pronunciadas por María Cecilia Pando en el acto:

"Queridos Amigos:

Como venimos haciéndolo en los últimos años, estamos nuevamente frente al Palacio de Justicia para reclamar por nuestros familiares y amigos. En esta oportunidad, hemos plantado cruces para representar los más de 120 muertos en cautiverio, víctimas de lo que no dudamos en calificar como terrorismo jurídico.

Ellos no murieron en paz. Perdieron la vida sufriendo la venganza malsana de quienes aún siguen soñando con un paraíso socialista, construido sobre la sangre y el terror. Murieron víctimas de una injusticia que en nombre de la justicia pisotea los fundamentos de la legalidad. Murieron porque Jueces y Magistrados se dejaron instrumentar por un poder político sin convicciones, que reemplazó la legalidad de la república, por tribunales populares conducidos por mercaderes de los derechos humanos. Murieron, en definitiva, porque muchos magistrados no tuvieron la dignidad suficiente como para sobrellevar las presiones a las que fueron sometidos.

Hablamos de terrorismo jurídico, porque la justicia se ha constituido en un instrumento al servicio de quienes en los 70 apelaron al terror para imponer por la fuerza su modelo de país. El Poder Judicial de la Nación se ha convertido en una herramienta eficiente al servicio de la venganza de las organizaciones terroristas del ayer. La legalidad ha quedado sepultada y lo políticamente correcto se impone sobre los criterios jurídicos.

Para eso estamos acá. No venimos a pedir clemencia, ni impunidad. Venimos a exigir, a implorar a los jueces que no tengan miedo de cumplir y hacer cumplir la Constitución Nacional. Queremos volver a confiar en la justicia. Pero eso requiere de magistrados con valores, con honestidad, con independencia, con coraje cívico.

Que nadie se equivoque. No estamos en este lugar para reivindicar a nada ni a nadie. En la guerra fratricida que vivimos en los 70 se cometieron toda clase de atropellos a la dignidad de la persona humana, que sólo merecen nuestra condena, para que nunca más se repitan en nuestro suelo.

Pero nuestra mirada del pasado no resulta parcial ni opacada por una memoria hemipléjica. Nuestro NUNCA MÁS incluye tanto a los crímenes cometidos por las fuerzas del estado, como también aquellos cometidos por las organizaciones terroristas que tiñeron de sangre la vida política de los 70. Sólo la verdad histórica permitirá a los argentinos elaborar una síntesis que nos posibilite comprender la magnitud y extensión de nuestros errores y responsabilidades en el pasado reciente.

Pero las heridas sufridas por un sector de la sociedad no pueden curarse abriendo nuevas heridas en otra parte de la misma sociedad. La violación de los derechos humanos no encuentra reparación si en su defensa se pisotean los mismos derechos humanos que se dice defender. Y esta es la clave que permite determinar la legitimidad o estafa de una organización que se dice defensora de los derechos humanos.

¿Se puede pedir legítimamente por el juicio y castigo a militares de los 70, mientras se levanta un monumento a quienes asaltaban cuarteles y mataban por la patria socialista? ¿Se puede festejar el fin de la impunidad mientras se apoya la no extradición de un terrorista como Apablaza para ser juzgado en su país? Los argentinos necesitamos quitarnos la hipocresía y asumir íntegramente la realidad de nuestro pasado. Debemos aprender a mirar los hechos sin anteojeras ideológicas. Y entonces sí seremos capaces de encontrar un camino de concordia que nos permita superar la lógica de amigo – enemigo.

Mientras tanto, les toca a los magistrados recobrar la independencia y el coraje para poder cumplir con su cometido. Las injusticias que hoy sufren quienes participaron en la guerra como parte del estado, constituyen llagas abiertas que pueden anidar la semilla del odio en un futuro cercano.

Por eso estamos nuevamente frente al Palacio de Justicia. Venimos a implorar a los jueces que tengan dignidad y que no permitan la prostitución de la señora justicia, la que se ve mancillada:

 Cuando a las fuerzas del estado que combatieron al terrorismo se les imputan delitos inexistentes en el momento de los hechos.

 Cuando hay militares, policías, y agentes del estado que superan los 9 años de prisión preventiva, en contra de todas las garantías constitucionales y de los tratados internacionales signados por nuestro país.

 Cuando los tiempos de prisión preventiva de los cuadros inferiores, superan las condenas de los miembros de las juntas.

 Cuando se juzga solamente a los agentes del estado y se mantiene un paraguas protector sobre los terroristas. Mientras los primeros padecen persecución, los Bonasso, los Verbitsky, los Kunkel, los Vaca Narvaja, los Perdía, los Taiana, los Duhalde, los Urien, los Bettini, los Sanz, los Dante Gullo, los Gasparini y tantos otros, disfrutan plácidamente de las prebendas del poder.

 Cuando, en definitiva, se deja de lado la letra y el espíritu de nuestras leyes para satisfacer los intereses perversos de grupos o entidades que han hecho de los derechos humanos un lucrativo negocio con suculentos dividendos en oro y poder.


Para finalizar, hacemos nuestras, extendiéndolas a todos los jueces argentinos, las palabras que Arturo Larrabure, hiciera llegar al magistrado que entiende en la causa del secuestro, tortura y asesinato de su padre:

“Con esa llaga en el alma generada por tantas preguntas sin respuesta, le pido que me ayude a volver a confiar en la justicia. Sé que ud enfrenta una decisión dificilísima, tan heroica como imprescindible para saldar con equidad y justicia el pasado. Debe optar entre la memoria o la historia, el coraje o la cobardía, la conveniencia o los valores, la justicia o la política; la jurisprudencia internacional o los sofismas ideados para amnistiar a los guerrilleros. Sé que estará sujeto a presiones; pero sé también que ud es un hombre justo que no desea que la tragedia vuelva a ocurrir; que no rehuye la responsabilidad histórica y moral que el destino ha puesto sobre sus espaldas”.

Nosotros, al igual que Larrabure, también queremos volver a confiar en la justicia. Queremos soñar con una verdadera república para nuestros hijos y esperamos, con toda la fuerza de nuestro corazón, que los magistrados tengan la dignidad suficiente para no permitir la prostitución de la ley.

Muchas gracias".

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