sábado, 13 de octubre de 2007

Querido Padre... Estamos con usted

El 10 de octubre se llevó a cabo el último circo romano en la ciudad de La Plata. Los leones amaestrados entraron más felices que nunca. Sabían que por fin iban a komerse al Padre Von Wernich y después les tocaría una propina por su buena actuación.Esta vez el juzgado estaba repleto con un show especial en las calles. Todo perfectamente orquestado.

A eso de las 10:00hs llegué con dos amigos para acompañar al padre en ese difícil momento. En la puerta del juzgado me confirmaron que yo no estaba autorizada a entrar. Gracias al cielo, mis amigos pudieron pasar sin inconvenientes. Yo tuve que acompañarlo espiritualmente, desde la planta baja sentada en las escalinatas.

Por ahí subían y bajaban todos. Podía observar muy bien sus rostros llenos de odio ,resentimiento y placer por lo que iba a suceder. Tanto ellos como nosotros sabíamos muy bien cual iba a ser la sentencia, todo estaba preparado de un principio, pero se tenía que llevar a cabo con un circo mediático para denigrar aún más a la Iglesia Católica.

Las madres y abuelas identificadas con la parte querellante podían ingresar al estrado con su tradicional pañuelo blanco y fotografías de las presuntas víctimas que ellas representan. Mientras que semanas atrás me habían prohibido la entrada por llevar colgadas en mi pecho las fotografías de dos víctimas del terrorismo marxista. ¡Cuánta injusticia manifiesta por los que tienen el deber de hacerla cumplir!.

En un receso antes de la sentencia tuve la oportunidad de ver al padre. Se encontraba junto a sus hermanos que habían ido a acompañarlo en ese momento tan doloroso. En sus rostros se notaba la angustia y desolación por lo que iba a vivir en minutos más su hermano. Tratamos de hablar de cualquier cosa para que el padre pudiera distraerse. ¡Qué momento! uno no sabe que decir... mientras que él, con su mirada tranquila, sabiendo que Dios no lo iba a abandonar, nos transmitía la paz que nosotros estábamos necesitando.

Mientras se daba la sentencia nuestra oraciones golpeaban el cielo pidiéndole a la Virgen que lo cubra bajo su manto. Ya todo había terminado... Nos retiramos del lugar sin poder hablar.

Querido Padre ¡que cruz le toca llevar! ...pero nada es imposible junto a Nuestro Padre Celestial. Recuerdo aquel día que lo fui a visitar por primera vez a Marcos Paz . Sus palabras me quedaron grabadas a fuego: Dios sabe porque hace las cosas, por algo el Padre Eterno lo había puesto en ese lugar. Desde nuestro hogar lo acompañamos con nuestras oraciones. Que Dios lo Bendiga.


M Cecilia Pando

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